sábado, 2 de marzo de 2019

Capítulo 23º. 1ª parte.



 Once horas del jueves. Jefatura de la Policía Metropolitana.
 El tiempo sigue pasando y yo sigo esperando a que alguien, maldita sea, localice el coche de Krant; tengo una corazonada que más que eso es una certeza. Apenas pasan cinco minutos de las once, y como preludio a la confirmación, suena el equipo portátil.
 Alfa tango 0, aquí alfa tango 16.
 Adelante el 16 para 0, escucho.
 Tenemos localizado el vehículo sospechoso, comisario. Se encuentra estacionado entre las calles 20 y 21 del sector 35, cambio.
 Permaneced sin levantad sospechas de que vigiláis. Le digo a los uniformados.
 No se preocupe comisario, no levantamos sospechas; estamos a unos doscientos metros del vehículo, en un puesto de perritos calientes, es la hora de picar algo.
 Bien, conforme, permaneced ahí y tenedme informado.
 A sus órdenes comisario, corto.
 Me levanto del sillón y con una amplia sonrisa me apresuro a pulsar el botón rojo que pone en marcha a todo mi equipo. En realidad el botón salta una alarma en el mostrador del sargento de puerta.
 Saco del armario el gorro que me regalaron las niñas y Jeannine en el último día del padre que pase con ellas. Antes de calarme el sombrero beso la foto de ellas, una a una. Compruebo mi revólver y salgo.
 Los muchachos que acaban de llegar del bar, supongo, recogen su material de caza y captura.
 Esta bien muchachos. Salimos solo los patrullas camuflados y el furgón espía. Vosotros, digo señalando a los inspectores, llevad toda la artillería pesada, pero nada de chalecos puestos, ni nada visible que nos pueda delatar. En cuanto a usted Kolleman, quiero que ponga a todos sus hombres en la calle, dando vueltas a la Jefatura, en sus vehículos, por supuesto. Como desconocemos donde se encuentra el Carnicero, iremos nosotros delante para observar sin ser detectados.
 Concluyo con un... Espero que el auto nos llevé hasta su paradero.
 Kolleman asiente con la cabeza. Aun, a pesar de eso, le pregunto si tiene alguna duda, me contesta que no, da un taconazo cuadrándose y se larga.
 Vamos. Digo mientras me dirijo al aparcamiento.
 Unos minutos después, cuando nos hallamos a la altura de la calle diecisiete, la radio irrumpe.
 Adelante alfa tango 0, aquí alfa tango 16.
 Adelante aquí el 0. Abrevio al máximo para que no pierdan tiempo en comunicar novedades.
 Señor, alguien a entrado en el coche sospechoso.
 ¿Lo pueden ver bien?. Cambio.
 Un momento, si sale de nuevo, lo veo bien, cambio.
 Dame una descripción rápida. Cambio.
 Va vestido de ejecutivo, americana y pantalón grises, camisa blanca y... si y una corbata de esas llamativas que tanto llevan ahora los yupies.
 Ahora se aleja del coche, se ha guardado algo en la chaqueta. Dice  concluyendo el agente.
 Altura y complexión, coño, espabila. Me acelero, me cabreo.
 Alto, muy alto, casi dos metros, fuerte muy fuerte, más de cien kilos.
 Dirección del objetivo, hacia dónde narices va. Conteste 16.
 El sospechoso se dirige hacia la calle diecinueve, repito hacia la calle diecinueve. ¿Lo seguimos?. Cambio.
 Negativo, negativo, quedaros donde estáis. Confirme 16.
 Confirmo y quedamos estáticos. Cambio y corto.

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