sábado, 23 de febrero de 2019

Capítulo 44º.



 Ahí están, los tengo enfocados con la mira telescópica. Una ligera brisa y el sol a mi espalda. Un blanco perfecto, un disparo sin problemática alguna. El tipo lleva un sombrero que le tapa la cara desde mi perspectiva; tendré que disparar a través del mismo o elegir el cuerpo. descarto el cuerpo ya que puede ocultar explosivos, así que elijo lo primero, atravesaré el sombrero y le volaré los sesos, hasta rima. Si buena opción, me digo, margen de error menor al diez por ciento, descarto cualquier riesgo de que la bala atraviese el coco de ese malnacido y mate de paso al comisario.
 Apunto al sombrero, justo donde calculo que se encuentra la frente, y  en línea con la base del cráneo. Mierda, observo claramente un extraño bulto en el sombrero, relajo los dedos y me alegro de no haber tomado muy rápidamente la decisión de disparar. Y justo ahora Delgado me comunica que el terrorista lleva explosivos ocultos en la cabeza. Escúchame Jonatan, el comisario me ha ordenado que el Carnicero no debe salir vivo de aquí, debes de matarlo antes de que salga de tu campo de tiro. Sin concesiones ni escusas que valgan.
 Le daremos una oportunidad al comisario, si no intenta algo pronto deberás disparar. Insiste Delgado.
 Pienso... Si lo abato en estas circunstancias, mataré de paso al comisario y eso no estoy seguro de poder hacerlo en estas condiciones. Si quiero hacerlo salvando la vida del jefe, este deberá conseguir que Krant muestre la cara, el comisario conoce mi posición y estará pensando en algo. Si solo me diera un segundo de exposición...

 Los dos reporteros siguen con su tiroteo particular.
 Si señor... Bien, bien... Esto es un Pulitzer, dispara Rider, dispara muchacho.
 Ok, así, así... Esta es la nuestra... Colega, menuda portada.
 En todos los diarios del mundo... En toditos... Venga, venga. ¿Cuando lo van a abatir?. Nos vamos a quedar sin carretes.

 Es el momento; la brisa se ha convertido en viento, y este forma pequeños remolinos; uno de ellos nos envuelve, y noto como Krant se coloca el sombrero. Ha aflojado la presión del cuchillo sobre mi garganta. Aprovecho e impulsándome a la vez que pisoteo su pie, golpeo su cara con mi cabeza. Rodamos por el suelo, yo, Krant, y su sombrero. De la nada oigo un sorprendente silbido... luego, inmediatamente después, un seco chasquido. Desde el suelo y dándole gracias a Jonatan y a Dios, puedo ver los odiados sesos del Carnicero de Belfast, humeantes y esparcidos por el negro asfalto.
 Monroe y Jeff me levantan y sueltan mis cadenas. Todos me felicitan, hemos derrotado a un verdadero demonio. Saludo a Jonatan con los dedos en V de victoria, supongo que la figura entrecortada por el sol es la suya.

 ¿La has cogido Tony?. Yo me quedé atascado... No lo puedo comprender, maldita sea.
 Tranquilo socio, yo la tengo, y recuerda de que íbamos a medias.
 ¿Uau!. Y es un Pulitzer.

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