sábado, 2 de marzo de 2019

Capítulo 23º. 2ª parte.



 Doblamos por la calle diecinueve, vamos despacio, le indico a Delgado que aparque a su derecha, al comienzo de la calle. Krant camina ajeno a nuestros movimientos unos doscientos metros más adelante.
 ¿No piensa trincarlo ahora, comisario?. Me pregunta Jeff un tanto desconcertado por mi aparente pasividad. El desánimo parece igualmente visible en las caras de Delgado y de Jonatan, el tirador.
 ¿Veis ese colegio?. Digo. ¿Qué hora es?. Pregunto y de inmediato me auto contesto con un... las once y diez; el colegio repleto de candidatos a rehén.
 Las caras de los muchachos vuelven a su normalidad gestual.
 Jeff, bájate y síguelo a cien metros, no te acerques más a él, y sobre todo nada de intentar detenerlo. ¿Entendido? Le advierto.
 Descuide jefe. Jeff se apea obedeciendo mis órdenes. Cojo de nuevo el micro y lo pulso.
 Adelante alfa tango 1, aquí el 0.
 Adelante comisario, aquí 1. ¿Que hacemos?.
 Escuchadme, vais a toparos con el Carnicero que va por la acera, por vuestra izquierda, y con Jeff que le sigue a unos cien metros. No hagáis nada, aparcar el auto donde lo podáis observar sin levantar sospechas.
 Ya lo vemos jefe, aparcaremos en un bar que hay a su izquierda.
 Bien, bajaros del auto y esperad dentro del garito mis órdenes. Corto y cierro.
 Krant se dirige directamente y con evidente prisa a un bloque de apartamentos de tres plantas, un edificio vulgar y corriente, en una calle de tantas de la gran urbe. Cinco minutos después estoy instalado en el furgón espía, al que he mandado aparcar justo frente al edificio.
 Dígame señor comisario, ¿qué desea que espiemos?.
 Quiero saber la gente que hay dentro del edificio. Dónde se encuentra el sospechoso, y todo lo que se pueda averiguar, maldita sea.
 Sin problemas, comisario; eso está chupado señor. Termografía infrarroja, es lo último en detección de personas. Mi compañero de la derecha radiografía el edificio, y aquí en el monitor vemos los focos de calor. Muy bien. Interrumpo. Espero que esta máquina nos diga cuantas personas hay ahí dentro y nos de sus posiciones.
 Ya le digo señor comisario, esto es pan comido. También estamos interviniendo todas las líneas telefónicas, para averiguar quien llama y que habla. Vale, vale, continúa, a lo tuyo.
 Mientras los técnicos manipulan los precisos instrumentos, una impresora empieza a vomitar papel. ¿Es necesario ese ruido?. Pregunto al agente encargado. Para nosotros si, pero apago la impresora y ya recogeré esos datos luego.
 Vale. Zanjo y sigo mirando el monitor. Se aprecian algo así como figuras en movimiento, las señalo y el agente mueve la cabeza afirmativamente. Si señor esos son, solo tres personas a la vista. Estas dos de la planta baja pueden ser dos mujeres por su constitución; el de arriba es claramente un tío, un metro noventa a dos metros de altura.
 Es nuestro hombre, sigan observando y comuniquen cualquier dato nuevo, vamos a entrar.
 Un momento señor comisario, interviene otro de los técnicos.
 Diga, rápido.
 Vera es sobre el edificio, no tiene más que la salida principal, por la parte de atrás comparte mediana con edificios de la calle veinte, y a los lados, con... eso los de los lados. Pero eso si, una sola salida.
 Ok, chiao.
 Vuelvo a mi coche, donde ya se encuentra Jeff. Ordeno a Delgado que se ponga un mono de la compañía del gas, que tenemos para casos como este. Entra en el edificio y saca a dos mujeres que se encuentran en la planta baja, a la izquierda según entras, las encuentras y las sacas de ahí de  inmediato. No alertes a nuestro objetivo, ¿ok?.
 Delgado confirma y sale. Llamo a por el equipo al capitán Kolleman para que se acerque sin demora a la zona.
 Me reúno con los chicos del otro coche en el bar que se encuentra muy próximo al edificio marcado. Les doy unas instrucciones y nos desplegamos ya armados y con los llamativos chalecos anti balas, donde se lee con grandes y amarillas letras la palabra POLICIA.
 Kolleman llega de inmediato y despliega ordenada y rápidamente sus efectivos; me saluda militarmente, cuando ya tiene a sus hombres en sus puesto y listos para la acción. Le devuelvo un rápido saludo.
 Se trata de un barrio tranquilo, con edificios no muy viejos. Hay pocos autos aparcados en la calle. La gente que lo habitan son de clase media baja, en la que todos los de la familia o trabajan o estudian, gracias a lo cual hay pocos vecinos en sus casas. Las aceras son anchas como en toda la ciudad, están salpicadas de árboles que cobijan a decenas de ruidosos gorriones.
 A estas alturas de la película Krant ya nos ha debido ver; el del furgón espía me lo confirma. Afortunadamente puedo saber en cada momento lo que hace. Decido esperar unos minutos en la confianza de que se entregue sin derramamiento de sangre.

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